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Entre el colonialismo y la cooperación comercial

Tren alta velocidad china 8822
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Se atribuye a Napoleón la sentencia "cuando China despierte, el mundo temblará". El mundo quizás no haya temblado, pero es indudable que China ha despertado.


Acabo de leer en la prensa francesa que Pekín está a punto de empezar la construcción de la línea ferroviaria más larga del mundo, ¡13.000 kilómetros! Son 3.000 kilómetros más que el Transiberiano. Objetivo: tomar un tren de alta velocidad en China y llegar a EE UU.


La línea se ha bautizado como "China, Rusia, después América" y no puede negarse que se trata de un proyecto ambicioso que está a la espera, según parece, del beneplácito de Canadá y EEUU. La duración del viaje sería de dos días con una velocidad media de 350 km/h, cruzando Siberia con dirección a Alaska gracias a un túnel de 200 kilómetros para salvar el estrecho de Bering, cruzar luego Canadá y llegar finalmente a EEUU.


En China todo es grande y los cambios van deprisa, muy deprisa. La alta velocidad llegó a este país en el 2007 y, según la agencia oficial de prensa china Xinhua, a finales de 2013 tenían 11.000 kilómetros funcionando.


Al contrario de nuestro país y los de nuestro entorno donde la crisis ha reducido drásticamente la inversión pública, parece que las autoridades chinas, frente a una economía que también se les está desacelerando, tienden a potenciar el desarrollo de infraestructuras y a poner en marcha cada vez más líneas de alta velocidad para animar el crecimiento. Nuestros jóvenes ingenieros de caminos y arquitectos en paro deberían mirar hacia Oriente.


China ha despertado y como toda gran potencia busca en el exterior lo que no tiene en casa. Este fue uno de los objetivos de todas las potencias colonizadoras europeas. Pero la colonización toma ahora formas diferentes o no tan diferentes pero con nombre distinto. Ahora se llama "cooperación comercial". Y este es el caso de China con diversos países africanos.


Desde 2009, China se ha convertido en el mayor socio comercial de África. El volumen de la inversión directa china en África alcanzó los 25 mil millones de dólares a finales de 2013 y eran 2500 el número de empresas chinas que han invertido en el continente según la agencia Xinhua. El comercio bilateral entre China y África ascendió a más de doscientos mil millones en 2013, aumentando de manera constante. Y es que China precisa de las materias primas que se esconden en el continente africano a la vez que puede ser un importante mercado donde introducir grandes volúmenes de cachivaches de bajo precio.
Le llaman cooperación comercial pero, en primer lugar, hay que preguntarse cuáles son las condiciones de trabajo de los miles de africanos que trabajan en estas más de 2.500 empresas chinas.


Y ahí está un informe reciente de Human Rights Watch, donde se enumeran los excesos del peculiar capitalismo de Pekín. Según la ONG, los salarios en las empresas chinas en África, minas fundamentalmente, son sensiblemente inferiores a los que se practican en otras empresas extranjeras. Jornadas de trabajo increíblemente largas, condiciones de seguridad mínimas, por no decir inexistentes, ambientes de trabajo irrespirables y salarios de miseria. Nada muy diferente a lo que se describe en viejas crónicas coloniales.


De todos modos, las cosas para los colonizadores no están siendo afortunadamente ahora tan fáciles como lo fueron en siglos pasados. El año pasado, las autoridades de Zambia se vieron obligadas a confiscar una mina de carbón, propiedad de un grupo chino, después de una violenta revuelta (un directivo chino muerto y otro herido gravemente) de los mineros contra las malas condiciones de trabajo.


Y no se trata de un incidente aislado, son muchos los países africanos en los que crece el sentimiento antichino, un sentimiento muy similar al de los movimientos anticoloniales, tanto que el primer ministro del gobierno chino Li Keqiang reunió a los representantes de empresas chinas que operan en África para conminarles a cumplir las leyes y regulaciones locales así como a asumir la responsabilidad de proteger los intereses de las comunidades locales. "Yo quiero decir a nuestros amigos africanos, con toda mi sinceridad, que China quiere eliminar cualquier acto imperialista, como los que algunos países han hecho en otra época en el continente africano; el colonialismo debe pertenecer al pasado", dijo solemnemente.
Li Keqiang sabe que este inmenso país que es China necesita de las riquezas del subsuelo africano y las revueltas sociales no favorecen un buen clima. No sea caso que la confiscación de las minas de Zambia tenga seguidores.


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