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¿Qué es el dinero?

Dinero 13538
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Desde que estalló la crisis hasta hoy mismo, los periódicos van llenos de referencias sobre millones de euros o de dólares. Deudas públicas, deudas privadas y volúmenes de créditos a bancos y Estados son objeto de informaciones, reflexiones y opiniones varias, contradictorias en muchos casos.


Money, money, money... como cantaban los suecos de Abba.


Hace unos días oí a un niño de no más de 5 o 6 años que le preguntaba a su madre: ¿qué es el dinero? No sé qué le contestó la madre, pero yo empecé a buscar cuál podría ser la respuesta. ¿De dónde viene ese poder maravilloso de un trozo de papel algo sucio y arrugado?


Probablemente la mejor respuesta fuera: el dinero no es otra cosa que un símbolo de confianza.


Un papel que pasa de mano en mano, la escritura de una cifra en un cheque, unos toques en una tarjeta bancaria o una transacción por Internet; el dinero no es más que una expresión de confianza de que será reconocido y aceptado en toda circunstancia por los otros. Es esta aceptación unánime lo que convierte el dinero en medida del valor de todas las cosas y lo que lo hace tan deseado, quizás más que lo que permite adquirir. Bien podría decirse que el mayor valor del dinero es su “pura potencialidad”. Es decir, las grandes posibilidades de elección que encierra.


El filósofo neokantiano Georg Simmel escribió a principios del pasado siglo una obra titulada “Filosofía del dinero” que un sociólogo amigo me aconsejó leer para entender, según él, el mundo económico actual. Para Simmel, el dinero es mucho más que una medida de valor y un medio de intercambio, simboliza el espíritu moderno de la racionalidad, de las posibilidades de cálculo, pero también de la impersonalidad frente al mundo antiguo que daba primacía a los sentimientos y la imaginación. En su examen del dinero, analiza la influencia del mismo en las relaciones humanas y en la propia cultura. Escrito hace más de un siglo, sorprende su visión profética sobre las consecuencias de la economía monetaria: la división del trabajo, los procesos de alienación y la cosificación del trabajo.


Pero, ¿quién crea este dinero?


Cuando las monedas estaban fabricadas con metales preciosos, las cosas estaban claras. El dinero salía, en definitiva, de las minas. El valor de cada moneda estaba en función del peso del metal de que estaba fabricada. Luego la cosa ya se sofisticó un poco, imponiéndose un sistema monetario por el que el oro estaba disponible en las arcas de cada país, asegurándose así la convertibilidad interna y externa y determinándose la cantidad de dinero en circulación. Este sistema fue abandonado definitivamente a partir de la gran depresión de 1929.


Parece que hoy el dinero lo crean los bancos, basándose en instrumentos monetarios, cuyo valor reside única y exclusivamente en la confianza de quienes lo usan como medio de intercambio, sin más garantía que la esperanza de ser aceptados como pago de nuestras deudas. El dinero que manejamos es de dos tipos: los billetes y las monedas emitidos por el Banco Central, y los saldos en cuentas bancarias a la vista. La suma de estos conceptos es la cantidad de dinero disponible en cada momento en el sistema económico para la realización de transacciones comerciales. Queda claro, pues, que el dinero, tal como se ha dicho, lo crean los bancos.


Y entonces la pregunta que se me ocurre es: ¿crean los bancos también confianza? En unos casos más que en otros. No se aceptan igual los dólares que, por ejemplo, los bolívares venezolanos. La gran promesa del euro, una moneda única de más de 350 millones de europeos, no era otra que crear una moneda que despertara tanta confianza como el dólar. Cabe decir que los mercados no siempre han dejado de dudar de su continuidad y mucho más con la irrupción de esa crisis que algunos dicen que está en vías de solución y otros afirman que solo estamos viviendo una tregua.


En todo caso, en nuestro modelo económico parece que los bancos no solo determinan la cantidad de dinero que están dispuestos a crear, en función de sus expectativas de beneficio, sino que también determinan para qué hay dinero y para qué no lo hay.


Visto lo visto, se me ocurre desde mi perspectiva de analfabeta económica si no podría ser posible concebir alguna alternativa al sistema financiero actual, recuperando la capacidad colectiva de crear dinero y de emplearlo en objetivos de interés general. Últimamente se habla mucho de la regeneración del sistema político, ¿no se debería también intentar regenerar el sistema financiero?


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