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Un pionero que se nos va

Joseph engelberger 15267
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Acabo de leer la noticia de la muerte de Joseph F. Engelberger, considerado el padre de la robótica. Tenía 90 años. Le recuerdo muy bien cuando a primeros de la década de los 70, de la mano de su representante en España, vino a Barcelona para presentar su robot Unimate.


La verdad es que era una persona difícil de olvidar. Físico e ingeniero, tenía el atractivo de los visionarios entusiastas que, además, saben transmitir su entusiasmo, en este caso por la revolución tecnológica que iba a marcar la industria del futuro. Pedagógico en sus explicaciones nunca exentas de toques de humor, le recuerdo bien explicando cómo la lectura de “Yo, robot”, de Asimov, y sus tres leyes de la robótica, le llevaron a imaginar las posibilidad de construir un primer robot y que fue precisamente conversando en un cocktail con el inventor Devol (este último había patentado en 1951 una solución para la “transferencia programada de artículos”) sobre la filosofía que se destilaba de la obra de Asimov que pasó a pensar que, en realidad, la patente de Devol era el germen de un auténtico robot.


Resultado de este encuentro casual fue el desarrollo, en 1959, del primer robot industrial, conjuntamente con ingenieros y programadores de la Universidad de Stanford, y la consiguiente creación de la empresa Unimation.


General Motors fue la primera empresa automovilística en introducir este robot en sus cadenas de producción, pero muy pronto le siguieron Chrysler y Ford.


No tardó mucho que la aplicación de robots Unimate empezaron a introducirse en las plantas industriales europeas y asiáticas de la mano de delegaciones de Unimation en diversos países impulsadas por el dinámico Engelberger. De todos modos, él confesaba que hasta 1975, Unimation no tuvo algunos beneficios. Y es que la industria, en general, es conservadora e introducir nuevas tecnologías nunca es tarea fácil. En este sentido, recuerdo bien las cautelas con las que el grupo de industriales que habían sido invitados en la presentación del robot en Barcelona, a la que he hecho referencia más arriba, escuchaban las explicaciones de los representantes de Unimation en España.


Con la presentación de una nueva tecnología, acostumbra a producirse un fenómeno que incluso sorprende y que no es otro que la aparición muy rápida de un buen número de empresas que se apuntan al desarrollo de la misma. Es así que en 1973, la sueca Asea (actualmente ABB como resultado de la fusión de Asea con la suiza Brown Boveri) presentó su primer robot eléctrico y a esta le siguieron otras importantes empresas tales como Comau, Renault, Cincinatti, Hitachi, Yaskawa, etc.
Lo que puede sorprender es que estas empresas siguen siendo importantes en el mercado de la robótica y sin embargo de Unimation no queda prácticamente nada. ¿Que pasó?


Pues que, paradójicamente, la evolución de las tecnologías la llevó a dejarla atrás. Unimate era un robot de accionamiento hidráulico porque en el momento de su aparición los servoaccionamientos eléctricos no estaban todavía suficientemente desarrollados. Sin embargo, la tecnología evolucionó rápidamente en este caso y, como he dicho, ya en 1973 Asea presentó su primer robot eléctrico. Todas las otras empresas citadas adoptaron este tipo de accionamiento y sin embargo, sorprendentemente, el visionario Engelberger no solo no intuyó el futuro, sino que se mostraba además muy crítico con esta opción llamando la atención de los peligros de implementar motores de escobillas en este tipo de aplicaciones.


Solo después de una repetida demanda por parte de General Motors, su principal cliente, en 1975 Unimation empieza a desarrollar un primer robot eléctrico llamado Puma, que se presentó al mercado en 1980. Pero siendo un buen robot llegaba demasiado tarde, la competencia ya era mucha y la empresa pionera de la robótica entró en un claro declive. En 1983 fue adquirida por Westinghouse, que en 1985 decidió dividir la sección de robótica en dos partes, robots hidráulicos y robots eléctricos, pasando luego a vender las licencias respectivamente a la empresa de soluciones logística Prab y a la suiza Staübli, especialista en la construcción de máquinas textiles y, actualmente, uno de los líderes en soluciones mecatrónicas.


Este fue el final de la pionera Unimation.


De todos modos cabría preguntarse si Engelberger sintió mucho el relativo fracaso de su empresa. Como visionario que era ya a partir de principios de la década de los 70 empezó a dirigir sus investigaciones hacia nuevos horizontes tales como robots móviles, aplicaciones en servicios terapéuticos o máquinas inteligentes.
En los últimos años recibió múltiples reconocimientos internacionales y fue nombrado Doctor Honoris Causa de un buen número de universidades. Fue un hombre que, sin duda, ha dejado una importante huella en esta tercera o cuarta revolución que estamos viviendo.


Felices fiestas y hasta el año que viene.


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