El sector de la fabricación atraviesa una importante crisis de competencias, como señalan los datos de Make UK, que indican que más de un tercio de las vacantes en este sector resultan difíciles de cubrir por la falta de cualificaciones adecuadas entre los candidatos, una cifra un 10% superior a la media del resto de industrias.
Para afrontar la crisis de competencias del sector, IFS apuesta por la inteligencia artificial generativa: la GenAI está cambiando la formación de los trabajadores y cómo interactúan con la tecnología y asumen responsabilidades.
En este sentido, las organizaciones que ya han integrado GenAI reportan un retorno medio de 10,3 dólares (9,5 euros) por cada dólar invertido. Más allá de su eficiencia económica, esta tecnología se posiciona como un factor de atracción para la generación Z, que prioriza entornos laborales tecnológicos, intuitivos y basados en experiencias digitales. Así lo corrobora el equipo de Industria Global de IFS para el sector fabricante, encabezado por Maggie Slowik y Andrew Burton.
McKinsey respalda este impulso generacional, indicando que el 62% de los trabajadores millennials entre 35 y 44 años ya tiene un alto nivel de experiencia en IA, lo que los convierte en catalizadores naturales de este cambio.
“Pero el valor añadido de la GenAI no se limita a las nuevas generaciones. Su capacidad para digitalizar el conocimiento tácito de los operarios más experimentados, mediante vídeos breves, guías interactivas y agentes virtuales, permite reducir tiempos de incorporación y democratizar el acceso a la información dentro de la planta”, explica Gonzalo Valle, presales manager de IFS.
Esta democratización tecnológica elimina la necesidad de conocimientos avanzados en programación. Los operarios pueden ahora interactuar con sistemas complejos usando lenguaje natural, una ventaja que reduce barreras de entrada y acelera la adopción. Además, la integración con herramientas industriales como chatbots o generadores de escenarios impulsa la creatividad y fomenta la mejora continua en tiempo real. En paralelo, la IA asume tareas repetitivas, como la verificación de datos o controles de calidad, liberando a los trabajadores para que se centren en labores más analíticas y estratégicas.
“Este modelo se potencia con la llamada IA agencial, un sistema autónomo capaz de tomar decisiones, aprender de la retroalimentación y ejecutar procesos complejos, como la revisión de hojas de cálculo, sin intervención humana directa. Este cambio no solo aumenta la productividad, sino que también eleva la calidad del trabajo y su atractivo para los perfiles más técnicos y ambiciosos”, añade Valle.
Con todo ello, en menos de un año, la GenAI ha pasado de ser una novedad tecnológica a consolidarse como eje vertebrador del cambio en la industria.
“El verdadero reto no es tecnológico, sino cultural. El éxito dependerá de la confianza, el liderazgo y la voluntad de abrazar una nueva era marcada por la colaboración entre humanos y agentes inteligentes”, concluye el directivo.
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