La industria española está acelerando su transición hacia sistemas de producción más digitales, precisos y sostenibles. En este proceso, la tecnología de marcado láser ha pasado de ser un recurso especializado a convertirse en una herramienta imprescindible para garantizar la trazabilidad y la seguridad de los productos.
En los últimos cinco años, la demanda de soluciones de grabado permanente ha aumentado de forma sostenida, con un crecimiento anual cercano al 7%. Este avance se explica por la necesidad de cumplir normativas más estrictas, reducir errores en la cadena de suministro y responder a clientes que exigen mayor calidad y transparencia.
España, cuarto productor de automóviles en Europa, concentra gran parte de la demanda. El sector automotriz utiliza el láser para marcar motores, componentes electrónicos y piezas críticas, asegurando un seguimiento completo en caso de fallos o retiradas de producto.
La industria médica, en pleno proceso de modernización tecnológica, se ha sumado con fuerza: los instrumentos quirúrgicos y los implantes requieren identificaciones indelebles, capaces de resistir esterilizaciones repetidas. La aeronáutica, con su énfasis en la seguridad, también impulsa la expansión de esta tecnología, que ofrece grabados duraderos y resistentes a condiciones extremas.
Las empresas optan por el láser porque combina tres atributos difíciles de igualar:
Gracias a estas ventajas, cada vez más pymes integran estaciones compactas de marcado en sus procesos, mientras que las grandes corporaciones incorporan sistemas de alta velocidad conectados a la red de producción digital.
En este contexto, Lasit España refuerza su papel como uno de los referentes tecnológicos. A través de su portal lasitlaser.es, la compañía muestra soluciones que van desde equipos modulares para series cortas hasta sistemas automatizados para líneas de gran volumen, alineados con las necesidades de la industria local.
Todo apunta a que el marcado láser seguirá ganando terreno en España durante la próxima década. El avance de la automatización, el auge de la industria 4.0 y la presión por mejorar la sostenibilidad consolidan esta tecnología como un aliado estratégico para mantener la competitividad.
La pregunta ya no es si las fábricas adoptarán el láser, sino cómo y a qué velocidad lo integrarán en su día a día.
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