Cada vez la industria cuenta menos

Como ya he comentado en otras ocasiones, tengo el vicio de leer mucha prensa, tanto nacional como internacional, cosa ahora mucho más fácil gracias a Internet. El problema es que con tanta lectura diversa, en lugar de estar más informada, tengo la impresión de sumergirme cada vez más en el mar de la confusión, ¡tantas informaciones contradictorias!

La máxima contradicción está sin duda en la información económica. Mientras en la prensa europea se leen malos augurios, en la prensa española no hay más que declaraciones sobre nuestra salida de la crisis y anuncios de crecimientos del 2% o más ya para este año. Mientras en la prensa europea se habla de reindustrialización y nuevos planes energéticos, no parece que estos temas sean en absoluto prioritarios para nuestros políticos.

El pasado mes de septiembre se publicó un informe preparado por la Comisión Europea saliente. Se trata de un informe anual sobre la competitividad de la Unión Europea. Pues bien, en dicho informe se confirma que Europa se está alejando, año a año, de su objetivo de reindustrialización. Una patata caliente para Jean-Claude Junkers y la nueva Comisión.

Cuando empezó el siglo, justo durante el año 2000, recuerdo cómo la Comisión presentó una estrategia para reforzar la industria europea cuando se consideraba ya finalizada la crisis que se había iniciado en 1992. El objetivo de esta estrategia era conseguir que la industria supusiera el 20% del PIB de la Unión. Pero todo ha seguido en dirección contraria. Del 18,5 %, que en el 2000 era la contribución de la industria en el PIB, este porcentaje ha descendido al 15,1 % en el 2013.
Y, ¿qué pasa en España?, pues que este porcentaje ha sido en el 2013 solo del 14%, pero en nuestro caso esto no es una cosa nueva. En 1972 la industria representaba el 39% sobre del PIB, en 1980 fue del 25,3% y en 2013, tal como se ha dicho, tan solo del 14%.

Hay voces teóricamente autorizadas que afirman que se está dando un cambio de tendencia, apoyándose, por una parte, en un ligero crecimiento de las inversiones en bienes de equipo y en el también crecimiento de las exportaciones a un ritmo algo mayor que la media mundial, por otra. Sin embargo, cabe preguntarse si es posible una auténtica reindustrialización sin el diseño de una decidida política industrial, cosa que, de momento, no se vislumbra en nuestro país. Al contrario de lo que está pasando, por ejemplo, en Francia, donde acaba de darse luz verde al lanzamiento de nada menos que 34 planes para lo que han llamado “la nueva Francia industrial” con el objetivo de modernizar las instalaciones productivas de sus industrias e imaginar los procesos de producción de mañana. Para ello, se ha previsto un importante plan de financiamiento que incluye acciones muy diversas, desde proyectos de I+D hasta importantes ayudas para las empresas.

Es evidente que la modernización de las instalaciones productivas con la perspectiva de la llamada Industria 4.0 ha de ser una pieza importante en esa deseada reindustrialización de Europa. Sin embargo, para la competitividad de la industria otra pieza clave es la disponibilidad y precio de la energía.

Pues bien, el informe de la Comisión Europea llama la atención también sobre el elevado coste de la electricidad y el gas. “Los precios de la electricidad en Europa son hoy en día dos veces más elevados que los de EEUU y parece que esta diferencia va a crecer”, se afirma en el informe. ¿Es una llamada de atención para los nuevos comisarios?

En todo caso, también en este aspecto no andamos precisamente bien en nuestro país. España es uno de los tres países con el precio de la electricidad más alto de la Unión Europea. Desde 2002, el precio del kWh ha subido un 104%, según los datos de Eurostat de 2013. Unas cifras que contrastan con la subida del 4,1% desde 2007 en Alemania, del 18,4% en Francia o del 17,3% en la UE de los 27.

Decía al principio que en Europa, con Alemania como buque insignia, las cosas no son especialmente brillantes y el futuro próximo se percibe relativamente incierto. Por tanto, no deja de resultar como mínimo sorprendente el optimismo con que se anuncia el fin de la crisis en nuestro país.

Hasta hoy, las políticas para aumentar la competitividad de nuestra industria se han limitado a contracciones salariales en ocasiones escandalosas. Pero todo tiene un límite. Entre otras razones porque de seguir así, si difíciles serán las exportaciones, aún más lo van a ser los mercados interiores.

¿Para cuando políticas industriales que nos acerquen a una “nueva España industrial”?