Seguridad alimentaria garantizada por una alta calidad del aire comprimido

En la industria de alimentos y bebidas, el aire comprimido debe satisfacer los más estrictos criterios de calidad. Su cumplimiento es de vital importancia para garantizar la mayor calidad posible de los alimentos y, por lo tanto, para proteger la salud de los consumidores. Garantizar su correcta manipulación a través de todo el ciclo de producción, y según las particulares necesidades de cada tipo de proceso, es según manifiesta Festo en un Libro Blanco recientemente editado la clave para una total seguridad alimentaria.

La norma ISO 8573-1:2010 define, por ejemplo, la calidad que debe tener el aire comprimido según clases de pureza, determinando el contenido máximo admisible de partículas de suciedad, así como el tamaño de esas partículas. Además, las normas también definen estándares comprensibles y transparentes, lo que permite que los fabricantes que las cumplen puedan acceder a los mercados de todo el mundo. Así, la preparación eficiente del aire comprimido, en concordancia con las normas, supone considerar diversos parámetros, tales como las clases de calidad en relación con partículas de polvo, contenido de agua o contenido total de aceite.

Desde Festo recuerdan que "no es necesario disponer de la misma calidad de aire comprimido en todos los sectores del sistema de producción. Por lo tanto, es indispensable disponer de un sistema bien estructurado para que la preparación del aire comprimido sea eficiente". Ese sistema debe contemplar los requisitos específicos que cada alimento plantea en relación con los sistemas utilizados para su producción. Por lo general es recomendable disponer de una combinación de preparación centralizada y descentralizada del aire comprimido. En la mayoría de los casos, según recuerda la compañía, el aire comprimido se utiliza como aire de pilotaje, por ejemplo para controlar válvulas, cilindros o pinzas. "En ese caso es necesario extraer las partículas de suciedad contenidas en el aire únicamente para evitar la corrosión y el desgaste prematuro de los componentes neumáticos". Para esta aplicación se recomienda la clase 7:4:4, que se obtiene utilizando un secador por frío con separador de aceite y un filtro grueso (40μm).

Si el aire se utiliza como aire que interviene en los procesos, por ejemplo si se usa para el soplado de moldes o si establece contacto directo con los alimentos, la clase de pureza debe ser superior. "Por lo general solamente es necesario en zonas muy específicas. Por lo tanto, en esos casos es recomendable utilizar un sistema descentralizado de preparación del aire, justo junto a la unidad consumidora. De esa manera únicamente se prepara la cantidad necesaria de aire de mayor calidad, lo que significa que se ahorra energía".
Además, si la unidad de preparación de aire se encuentra cerca de la unidad consumidora, se minimiza el riesgo de una renovada contaminación, por ejemplo, por partículas de óxido que pueden encontrarse en los tubos.

En el caso de aire comprimido que establece contacto con alimentos no secos, por ejemplo, bebidas, carne, verduras, etc., según la DIN ISO 8573-1:2010 debe cumplir con la cascada de filtración "partículas sólidas: clase 1, agua: clase 4 y aceite: clase 1". Si se trata de aire comprimido que establece contacto con alimentos secos, desde Festo recuerdan que deben cumplirse criterios más estrictos en relación con la humedad del aire, siendo válida la clasificación según ISO 8573-1:2010 "partículas sólidas: clase 1, agua: clase 2 y aceite: clase 1". Por último si el aire comprimido establece contacto directo con los envases que posteriormente se llenarán con alimentos, en este caso es válida la clasificación "partículas sólidas: clase 1, agua: clase 4 y aceite: clase 1"