España debe rediseñar su modelo industrial para hacerlo más sostenible, resiliente y competitivo, un objetivo en el que avanza, aunque se encuentra en el puesto 16 del índice de Transición Verde 2024 de Oliver Wyman, que analiza el avance de la sostenibilidad y descarbonización en Europa. En este sentido, según este ránking, nuestra industria ha registrado un descenso del 15% en la intensidad de sus emisiones de gases de efecto invernadero en los últimos dos años y una reducción en el consumo energético en un 24%.
La sostenibilidad supone una ventaja estratégica e implica redefinir prioridades y apostar por tres pilares fundamentales: una descarbonización más acelerada, eficiencia energética y la integración de la economía circular.
El nuevo paradigma forma parte del tercer capítulo del informe ‘Brújula desde Dentro’, impulsado por ISS España y creado a partir de diversas mesas de cocreación que analizan el estado actual de la industria. Centrado en el papel estratégico de la sostenibilidad dentro del sector industrial, el capítulo expone las reflexiones de Lonza, Kellogg’s, Trazable, AeQUO ESG & Sustainability Services y Corresponsables.
Para afrontar los desafíos climáticos con la urgencia que exige el contexto actual y el escaso margen para cumplir con la Agenda 2030, la cooperación es imprescindible. Será clave una participación coordinada entre el sector público y privado, un aumento de la financiación destinada a I+D con enfoque ambiental y el fortalecimiento de las capacidades del ecosistema industrial. Solo así será posible consolidar una transformación hacia un modelo más resiliente y sostenible.
El documento destaca que la industria ha empezado su transición energética con un foco claro en la descarbonización. Si bien muchas empresas han logrado avances en sus emisiones directas, el camino hacia la neutralidad climática es más complejo. Requiere ir más allá de la eficiencia y la electrificación, rediseñando procesos, redefiniendo la cadena de suministro y transformando la relación entre industria y territorio. Cada sector necesita adaptar su enfoque a sus necesidades específicas, además de adaptarse a sus capacidades técnicas, su marco regulatorio y su contexto competitivo.
En la mayoría de los sectores industriales, las empresas han logrado consolidar el control sobre los alcances 1 y 2, aquellos relacionados con sus propias operaciones. Estas mejoras han sido posibles gracias a la influencia directa que las empresas tienen sobre sus procesos internos, permitiendo avances concretos en sostenibilidad operativa.
En este sentido, la reducción del alcance 2 representa uno de los principales logros en la transición energética de la industria. Cada vez son más las organizaciones que apuestan por energía renovable certificada y que han conseguido neutralizar su impacto en esta dimensión. No obstante, la falta de homogeneidad regulatoria y la volatilidad en los precios energéticos siguen siendo barreras que dificultan su adopción a gran escala, sobre todo en sectores con alta demanda eléctrica.
“Reducir las emisiones del alcance 3 es, hoy por hoy, el mayor reto para la industria. Muchas empresas estamos trabajando con nuestros proveedores, ofreciendo formación, herramientas de medición e incluso incorporando cláusulas ambientales en sus contratos. Pero este proceso no puede gestionarse en solitario: o avanzamos juntos, o nadie avanzará lo suficiente”, señala Enrique Porras, director de la Oficina Técnica en ISS España.
A medida que la sostenibilidad se consolida como un eje estratégico, también crece la responsabilidad de comunicar avances con precisión y credibilidad. La presión por mostrar resultados puede llevar, en algunos casos, a emitir mensajes sin respaldo técnico suficiente, creando el riesgo de incurrir en el greenwashing.
Para evitarlo, las empresas están reforzando sus sistemas de medición y adopción de marcos reconocidos que permiten alinear los objetivos y comunicar los progresos de forma estructurada y verificable, como son Science Based Targets (SBTi), Carbon Disclosure Project (CDP) o Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD).
Al mismo tiempo, las compañías combinan estándares normativos europeos, como la taxonomía verde europea, con tecnología que permite trazar el impacto en tiempo real, con plataformas de datos ESG, algoritmos de validación o cuadros de mando automáticos. Las certificaciones ambientales y las auditorías previas a la publicación de informes se convierten en aliados clave. Especialmente en sectores como el agroalimentario, donde los consumidores están expuestos a mensajes que muchas veces no entienden o en los que no confían, la honestidad, la coherencia y la claridad informativa marcan la diferencia entre inspirar confianza o alimentar la duda.
“La sostenibilidad seguirá ganando peso en los próximos años, consolidándose como un criterio transversal en todas las decisiones empresariales. Por ello, las empresas deberán ser más transparentes, con datos verificables y trazables”, explica Porras. También ha querido destacar que, aunque la tecnología juega un papel fundamental, “el verdadero motor del cambio serán los equipos que sepan interpretar los retos ESG y convertirlos en oportunidades reales para avanzar en un entorno cada vez más exigente”.
Son dos de los principales retos del sector
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