La industria está cambiando. Y lo hace a un ritmo que, hace apenas unos años, parecía impensable. Fábricas hiperconectadas, sensores que hablan entre sí, robots que aprenden, cadenas de suministro que se anticipan antes de que surja el problema. La llamada “Industria 4.0” ya no es un concepto futurista: está ocurriendo aquí y ahora.
Pero con cada avance llega también una sombra. Cuanto más digital se vuelve una planta, más vulnerable resulta frente a una amenaza invisible: los ciberataques. Lo que antes eran redes aisladas y controladas, hoy son ecosistemas abiertos, complejos y expuestos. Y esa realidad obliga a replantear algo fundamental: la ciberseguridad industrial ya no es un freno ni un requisito incómodo. Es, de hecho, la llave que abre la puerta a la innovación segura y a la competitividad sostenible.
Durante mucho tiempo, hablar de seguridad en entornos industriales era sinónimo de reglas restrictivas, controles incómodos y proyectos que parecían ralentizar la operación. “No toques eso porque es inseguro”, “mejor no conectemos aquello”, “dejemos las cosas como están”.
Ese discurso, sin embargo, ha quedado obsoleto. Hoy, las organizaciones más avanzadas entienden que la ciberseguridad no resta, suma. No se trata de un muro que impide avanzar, sino de un puente que permite cruzar con seguridad hacia el futuro digital.
Cuando se diseña desde el principio, cuando se integra en cada decisión tecnológica, la seguridad se convierte en un habilitador poderoso que permite:
En definitiva, invertir en ciberseguridad industrial es invertir en tranquilidad, en solidez y en futuro.
Los ciberataques a sistemas industriales ya no son un escenario teórico. Han ocurrido. Están ocurriendo. Y seguirán ocurriendo.
El caso de Colonial Pipeline, que dejó sin combustible a parte de Estados Unidos durante días, o el de Norsk Hydro, que paralizó su producción global de aluminio, son recordatorios contundentes. La motivación varía —dinero, sabotaje, presión política—, pero la consecuencia siempre es la misma: la fragilidad de la continuidad operativa queda al descubierto.
Lo que diferencia a la ciberseguridad industrial de la seguridad IT tradicional es que aquí el impacto es físico. Un ataque no solo roba datos: detiene líneas de producción, provoca pérdidas millonarias o incluso puede poner vidas humanas en riesgo.
Y la ecuación se complica porque:
Ante un territorio tan complejo, es fácil sentirse abrumado. Pero no estamos partiendo de cero. Existen estándares y marcos que sirven como brújula:
Adoptar estos marcos no solo eleva la seguridad, sino que transmite confianza. Clientes, socios y proveedores perciben que se trabaja con reglas claras, auditables y reconocidas internacionalmente.
Una estrategia de ciberseguridad industrial que realmente habilite debe ir más allá de las tecnologías. Necesita visión, cultura y ejecución. Algunos elementos clave:
Hablar de ciberseguridad industrial es, en el fondo, hablar de confianza. Confianza en que la planta seguirá funcionando mañana. Confianza en que un ataque no arruinará la producción. Confianza en que se puede innovar sin miedo.
La seguridad ya no es un gasto que hay que justificar. Es una inversión que multiplica el valor de todo lo demás. Porque una industria que no es segura, simplemente no es competitiva.
La industria del futuro será digital, sí. Pero, sobre todo, será segura. Y quienes lo entiendan ahora, estarán un paso por delante cuando ese futuro se convierta en presente.
David Marco Freire
Miembro del Grupo Industria Conectada 4.0 de ISA
Director, Cyber & Tech Risk KPMG
----
Este artículo aparece publicado en el nº 565 de Automática e Instrumentación págs. 24 a 25.
ABB amplía su gama SynRM y lanza el nuevo LV Titanium VSM, dos desarrollos que combinan rendimiento IE5 y reducción de impacto ambiental
Se han abordado temas esenciales como estándares abiertos, interoperabilidad, ciberseguridad y análisis de datos en entornos industriales
Comentarios