El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) en los dos últimos años ha hecho que ya forme parte de manera transversal en la mayoría de las organizaciones y no esté ya solo al alcance de equipos con alta especialización.
Así, el impacto de esta tecnología ya no se encuentra solo en grandes compañías tecnológicas, sino que está presente en procesos internos, experiencias de usuario, automatizaciones complejas y nuevos modelos de negocio.
Según Alexis Segarra, CTO de Quantion, “antes un proyecto de IA suponía un gran reto técnico y existía siempre un alto componente de investigación e incertidumbre. Hoy, la manera de construir soluciones de IA ha cambiado, y en los equipos son tan importantes los perfiles de AI Engineer como los encargados de la arquitectura y el desarrollo software”.
La evolución de esta tecnología ha supuesto además un importante cambio cultural, ya que casi el 20% de las empresas españolas están usando sistemas de IA, según el último informe de Banco de España. Los equipos técnicos y no tan especializados conviven con herramientas de inteligencia artificial en su día a día, lo que ha impulsado una adopción masiva.
El próximo año supondrá un punto de inflexión hacia la madurez tecnológica de la inteligencia artificial. De esta manera, las empresas centrarán sus esfuerzos en desarrollar productos robustos, escalables y fiables, aplicando estándares de calidad propios del software tradicional.
Pruebas exhaustivas, validaciones sistemáticas y mecanismos de control avanzados serán la norma para garantizar resultados consistentes, medibles y sostenibles. La IA dejará de ser un elemento experimental para convertirse en una infraestructura esencial de las operaciones empresariales.
En paralelo, la hiperpersonalización y la automatización avanzada serán ejes centrales en la evolución de la tecnología. Las experiencias digitales se adaptarán dinámicamente al comportamiento y contexto de cada usuario, ofreciendo respuestas y servicios ajustados en tiempo real. Al mismo tiempo, la automatización seguirá ganando protagonismo, optimizando tareas críticas y liberando recursos humanos para funciones de mayor valor añadido.
Por su parte, sectores como la educación, la industria, la salud o el transporte ya están aplicando IA para personalizar experiencias, analizar datos operativos en tiempo real y mejorar su eficiencia global. Como señala Segarra, “no habrá un único sector líder, sino organizaciones más o menos preparadas para aprovechar su potencial”.
La IA en 2026 será transversal, estratégica y profundamente transformadora. Su éxito dependerá de la madurez tecnológica y organizativa de las empresas, su capacidad de planificar estratégicamente y de contar con talento preparado.
“El valor de la IA es tangible y masivo. Las empresas que no se suban a esta ola perderán competitividad y capacidad de decisión frente a quienes la integren de forma inteligente y planificada”, explica el CTO.
De cara a 2028, la inteligencia artificial vivirá tres grandes transformaciones: una democratización real con modelos más pequeños y adaptados a contextos locales, una madurez creativa que permitirá automatizar la generación de texto, imagen y vídeo, y su consolidación como compañero personal y profesional, con agentes inteligentes integrados en la toma de decisiones y la gestión diaria.
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