¿Cuáles serán los nuevos horizontes de la economía mundial después del crecimiento de China e India? Ésta es la pregunta que se plantea la consultora a fin de apuntar tendencias para el futuro con una perspectiva del año 2050.
No se trata de hacer futurismos inútiles. En una economía globalizada, es importante para las compañías industriales de Occidente saber cuáles serán los futuros motores del crecimiento mundial para prepararse para preservar su competitividad en el futuro. ¿Dónde invertir para adelantarse a los acontecimientos?.
El departamento de economía de PricewaterhouseCoopers (PwC) propone un análisis en un estudio de prospectiva apoyándose en las proyecciones macroeconómicas de 30 países, cubriendo el 85% del PIB mundial en el 2006.
Según el estudio, China se convertirá en la primera potencia económica mundial a partir del 2025, basándose en las proyecciones del PIB según las previsiones de crecimiento de la ONU y del Banco Mundial relativas a la población activa, la evolución de los niveles de inversión y la evolución de la educación y de la tecnología. Pues bien, según el modelo elaborado por PwC, en el 2050, el tigre asiático representará el 130% del PIB de los EE UU, seguido de cerca por la India.
Aunque los países del G7 (EE UU, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Canadá) pueden seguir siendo más ricos que China y la India en términos de PNB por habitante, su crecimiento medio se situará en torno al 2 % desde ahora hasta el 2050, mientras el poder de compra medio en China, Brasil o en Turquía se igualará al de un francés en 2008.
Por otra parte, es de esperar que el crecimiento de aquí a 2050 se ralentizará en China y en Rusia (4,6% para el primero y 1,2% para el segundo). Por otra parte, un fenómeno ligado a un decrecimiento de la población activa en estos países deja la puerta abierta a la explosión de nuevas grandes potencias económicas.
El estudio de PwC descubre cinco países con un fuerte potencial emergente: México, Indonesia, Turquía (los tres alcanzarán el PIB de Francia en el 2050), Vietnam y Nigeria (de talla media pero con tasas de crecimiento más elevadas). De ser así, Nigeria se convertiría en la primera economía africana en el 2050, por delante de África del Sur.
Frente a estos reequilibrios, la dificultad para las empresas de los países del G7 no es otra que elegir el momento adecuado para invertir en estos futuros centros de crecimiento y posicionarse sobre los sectores en los que puedan seguir siendo competitivos. Las posiciones se están tomando o ya están tomadas en China, país que representará el segundo lugar de consumo mundial en 2020. Pero hay que poner atención desde ahora a los posibles cambios que vienen. Por ejemplo, Vietnam se está imponiendo progresivamente como el nuevo centro de producción a bajo coste, atrayendo empresas que se deslocalizan después de haberlo hecho en China.
¿Dónde pueden ser competitivos los europeos? En opinión de PwC, los sectores que pueden seguir en la carrera son: distribución, grandes marcas de bienes de consumo, servicios B2B, empresas relacionadas con los media, bienes de gran valor añadido, industrias de la salud y empresas financieras. Los sectores donde será difícil mantener la competitividad serán: la industria manufacturera y las actividades que dependen de la energía y de las materias primeras. En todo caso, la redistribución de las buenas o malas cartas dependerá de la elección de estrategias de las empresas y, también, de las políticas económicas y comerciales de los Estados.
Obviamente, todas estas previsiones se han hecho a partir de un modelo que tiene sus deficiencias. Es así que las tasas de crecimiento de la población han sido consideradas como una ventaja comparativa (aumento de la población activa), sin tener en cuenta los posibles desórdenes sociales, políticos y del medioambiente que pueden producirse. Por otra parte, las proyecciones dejan también de lado los riesgos políticos y geopolíticos que pueden afectar al crecimiento de un país como Nigeria, por ejemplo. “Es una proyección sobre las oportunidades y no sobre los riesgos”, afirma Raphaele Karayan, en un artículo reciente publicado en la revista francesa L'Usine Nouvelle.
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